CONTINUAR CON LA TRANSFORMACIÓN


¿Qué es el poder popular sin el pueblo? ¿De qué sirve que la inteligencia del pueblo si no se le proporciona una buena educación? ¿De qué sirve no mentir, si se ocultan las verdades? Estas y muchas otras preguntas vienen a la mente cuando se piensa en la transformación que se viene impulsando en nuestro país desde hace tiempo.

Es difícil decir cuando empezó esta lucha por el cambio, se habla de la cuarta transformación, como si las primeras tres hubiesen concluido con su cometido. Y aquí surgen más preguntas, ¿Realmente nos independizamos? ¿Experimentamos una revolución? ¿La reforma beneficio a todos los mexicanos?

Depende las respuestas a estas preguntas, es que podríamos saber lo que esperamos obtener en esta “cuarta transformación”.

¿Qué trabajo se hace para despertar conciencias si no se habla con la verdad?

En estos movimientos transformadores, el pueblo, (mexicanas y mexicanos de las comunidades y sectores pobres de la nación), fue quien encabezó las batallas y al final, solo un pequeño grupo de personas económicamente poderosas, han sido quienes toman el control del poder.

En el 2018 más de 56 millones de personas salieron a votar, unos para defender los privilegios obtenidos a costa de la explotación y muerte de millones, otros a defenderse de las mentiras que los medios de comunicación utilizo para atacarlos, 30 millones que por convicción o por cansancio del viejo régimen, buscaban un cambio en la presidencia con la esperanza de cambiar el régimen y terminar con la mafia del poder.

El cambio se ha dado, no se puede decir que México es igual después del 2018, pero, es probable que muchas de las personas que buscaron el cambio, no estén contentas con el resultado obtenido, las expectativas eran muy grandes y no se informó de manera apropiada a la gente para que estuvieran conscientes de que la batalla que representan los seis años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador , no lograría obtener la victoria en esta guerra para erradicar el régimen corrupto que se construyó por tantos años.

El tigre que despertó y saco de la presidencia de manera contundente a la mafia del poder, no sirvió para impulsar el cambio de régimen. La falta de más liderazgos que no fuera solo el de AMLO y la pandemia de Covid-19 lo apaciguo y hoy, a pesar de que no ha perdido su fuerza (se mostró durante la macha en noviembre del 2021), carece de organización.

Muchas personas, por la falta de una intensa campaña de formación política, creen que el país no ha avanzado y que seguimos igual, o incluso peor que antes. La formación política debe de darse en las calles, entre los pobres que son los que carecen del tiempo y los medios para poder informarse por cuenta propia, ellos son quienes propiciaron el cambio en el 2018, son los que, a través de sus demandas, estructuran y fortalecen al poder obediencial de que presume la 4T.

El contacto con la gente llevo a Andrés Manuel López Obrador a ser el líder que es, le dio un poder que ningún presidente había tenido. Poder que conlleva una gran responsabilidad, la cual parece que nadie está en la disposición de tomar, no hay ningún personaje que este siguiendo los pasos de AMLO, se ha vuelto a las viejas prácticas de la simulación y eso puede retrasar aún más la transformación que buscamos en México.

La fórmula de la victoria ya existe, se demostró en 2018 que es la manera más eficaz ante los medios ilícitos característicos de la derecha utiliza para hacerse con el poder. Lo único que se necesita es de la humildad de los aspirantes a la presidencia, gobernaturas y puestos de elección popular, para dejar a un lado la búsqueda del poder por el poder y anteponer el bienestar de la nación.

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